lunes, 18 de octubre de 2010

La vida D

De la presión. De la tensión. De mi madre y su pensión. De la inacción, la interacción, racionalización, y mi pensamiento como punto de inflexión. De todo eso y más, de lo que hay a continuación.
De tu mirada, de tu beso, de tus tonterías con el pelo. De tu sonrisa y la arcada en mi gesto. De las convulsiones que de momento siento.
Del odio, del miedo, del pavor supremo. De mi salud, de mis fobias, de mis noches solas. De aquellas que recuerdas mientras el alba aflora.
Del alma perdida, recuperada y otra vez perdida, de la incesante constante del día a día, del cansancio, la agonía, del eterno moverse que es la vida.
Del deseo, drama, desdén, diatribas mezquinas, desayunos intempestivos cuando el sol salió hace horas, incluso días.
De la frustración y la amargura, de regurgitar la bilis hasta que encuentras la cordura. De todo eso uno se cura.
Del trabajo bien hecho, de la necesidad, del reconocimiento. Del camino tortuoso, del desenfreno, de la constancia y el empeño. De todo eso y más, de ver alcanzados tus sueños.

De mi vida presente, para mi futuro incierto.

Bloom-Withno

viernes, 8 de octubre de 2010

Nobelesco

El "bueno" de Alfred Nobel (lo de bueno lo entrecomillo porque no tuve el placer o la desgracia de conocerle) concibió de una manera filantrópica la idea de dar unos premios en distintos campos de la raza humana.
Lo que en teoría parecía una idea interesante se estrella con otra realidad: Quien juzga y cuales son las condiciones en las que juzga.
Hablemos del Nobel de Literatura (no hablaremos del de la Paz que ese también tiene su punto). Generalmente se ha seguido una línea más o menos afín en cuestión de gustos, hasta que, oh, bendita época del capitalismo global y el reparto de riquezas, nos encontramos con la siguiente disyuntiva: Regalamos el Nobel en función de lo que a mí (la Fundación Nobel) me puede reportar.
Estamos hablando de todo un señor Nobel, el éxito supremo se supone, pero claro, tiene que haber un reparto del Nobel, algo parecido a los Juegos Olímpicos, la llamada "rotación de países". Esa, entre otras cuestiones, era una de las razones por las que el nuevo Nobel, Vargas Llosa, ha tardado en lograrlo: Sólo tenía que esperar a que el Nobel volviera a Sudamérica. Además, existe otra condición para que Vargas Llosa haya ganado: Los Nobel quieren siempre ir contra corriente porque necesitan eso, que se hable de ellos, es su momento único en el año, necesitan escandalizar, de ahí que este año hayan decidido ser sensatos y dárselo a un escritor bueno. Si las apuestas son el japonés Murakami y el estadounidense Cormac McCarthy, ambos best-sellers, la solución estaba clara: Se lo damos a Vargas Llosa porque así no lo espera nadie y damos una vuelta de tuerca.
Hablaba antes de la "rotación de países" en los Nobel. Eso explicaría por qué Le Clezió (francés), Kértesz (húngaro) o Gao Xingjian (chino con pasaporte francés) tengan el Nobel. Hay más casos de gente que ganó el Nobel y nunca más se supo (solo hay que mirar wikipedia y echarse a llorar).
En mi opinión, el mercantilismo con el que se vende el Nobel hace que pierda toda su esencia. Si bien es cierto que no todo el mundo se merece un Nobel pero hay que darlo cada año, mejor ir quitándose urgencias históricas como ha sido este año.
En el futuro, ¿el Nobel será para Ken Follet, Dan Brown, por ejemplo? Sólo de pensarlo me dan ganas de llorar.
Hay un dato demoledor. Es extendida la idea de que en el Siglo XX hubo cuatro escritores geniales por encima de todos: James Joyce, Marcel Proust, Jorge Luis Borges y Franz Kafka. ¿Adivinan cuáles de ellos lo ganaron?

Bloom-Withno