jueves, 24 de abril de 2014

Volar

"Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor
Me olvidé de poner en el suelo los pies
Y me siento mejor"
(Letra extraída de la canción "Dulce Introducción al Caos" del grupo Extremoduro)

Hay ciertas sensaciones que notas y sabes que están ahí. No hace falta ni explicarlas. Están ahí. Agazapadas, inquietas, fluctuando cuando menos lo esperas. Energías positivas y negativas en las noches de tormenta eléctrica o cuando la lluvia te golpea en el rostro, impidiéndote mirar hacia arriba. La vida es implacable cuando se pone seria.
Es en esos momentos, en esas grietas donde todo lo negro es todavía más oscuro donde divisas la luz más clara que puedas apreciar en tu vida. Pequeñas sensaciones que te dicen lo que está bien y lo que está mal. Pretender explicarlo es imposible, se sabe o no se sabe.
Somos lo que somos y nunca lo que pretendemos ser, almas impostadas en busca de cariño y consuelo, pisoteados como hormigas cuando la Providencia quiere. Es esta crueldad, tan inhóspita e insensible la que te hace tomar conciencia de tu propia existencia. La vida atisba crueldades inimaginables.
Pero ante ello se te abre un horizonte donde un diminuto resquicio asoma. Y te agarras a él, tiras de él. Consigues que tu paleta de colores impregne todo, relegando el negro a solo un recuerdo. Pero sabes que nunca puedes bajar la guardia. Nunca podrás descansar, debes estar alerta.
Cuando te enfrentas a eso, cuando ves tu realidad, cuando aprendes lo que es respirar cada maldito minuto de esta vida tuya, es cuando el corazón se te agranda, los ojos ven más y mejor, toda tu alma se siente dichosa por haber entendido cosas.
Esas cosas que has entendido las sabes, no se pueden explicar. Como cuando abandonas un lugar al que nunca volverás. Eso se sabe.
Las cosas importantes son las que arrastran sentimientos, éxtasis y lloros a partes iguales, toda una grandilocuencia que nos hace sentir vivos y que nosotros reprimimos, orgullosos y estultos como somos.
Pero cuando no cejamos en nuestro empeño, cuando abandonamos las cadenas que no nos permiten ser quien somos, cuando seguimos la estela de una estrella que nos eleva hacia otro lugar, cuando eso pasa ...
Cuando eso pasa...

miércoles, 16 de abril de 2014

Sólo quizá

Quisiera poder contarte. Quisiera, a ser posible, pensarte. Dibujarte, describirte. Poner tu sonrisa en el papel de mi alma y así perderme entre hilos invisibles que atan mi corazón a tu risa. Quisiera ser tu boca, la boca que junto con mi boca provoca que llueva alegría del cielo. Quisiera tocarte, mirarte y mimarte. Como nadie lo ha hecho, como nunca te han hecho.
También querría poder besarte, entrelazarte y abrazarte para fundirnos y ser uno.
Podría ser. Podría...
O quizá pudiera mirarte. Como miran los que no se conocen, con una indiferencia impensable. Escrutarte, camuflarme. Poner tu sonrisa en un boli sin tinta para que no dibuje mi alma. Encontrarme hilos perfectamente ordenados en mi corazón. Podría querer ser tu boca para observarte, desde la distancia, para consolarte.
También podría querer besarte, o quizá, sólo quizá...
Podría querer matarte. Quisiera, a ser posible, explotarte. Masacrarte, humillarte. Poner tu sonrisa en un cenicero convertido en mi alma y asi con mis hilos invisibles, ahogarte mientras río. Quisiera ser tu boca para descerrajarla, la boca que provoca que llueva bilis del cielo. Quisiera tocarte, hundirte y despreciarte.
También querría besarte. O quizá, sólo quizá...