jueves, 13 de octubre de 2011

Cambio

- Voy a montar un comando organizado armado de balas cargadas de revolución (Frase extraída de la canción "Tierra Quemada", del grupo Boikot)

El Mundo, la Tierra, este planeta que nos estamos cargando, vive momentos convulsos. En el Planeta Tierra, Europa, España, los ciudadanos, una parte de ellos al menos, van a salir a la calle un 15 de Octubre.
Me he cansado de decir a la gente que se mueva, pero a la hora de la verdad, si me paro a pensar, no he hecho nada. No me he involucrado, no he escuchado, no he asistido a muchas asambleas. Pienso que si yo, con ganas de cambio, no he hecho nada (o al menos no tanto como podía hacer) la mayoría de la gente estará en una situación parecida a la mía.
Y me enfado. Y me indigno. Indignación, esa palabra tan manida por todos según convenga, es una falacia. No estamos indignados. Estamos hartos. Volveremos a eso tan ochentero que era el DYI (Do It Yourself, o háztelo tú mismo), o no habrá vuelta atrás.
Como en las revueltas del Siglo XIII, cuando hay hambre, morir es insignificante. Me gustaría pensar que el ciudadano del 2011 tiene hambre. Hambre convertida en rabia por el sistema que hemos dejado de observar y analizar. Cuando hemos llenado nuestras tripas rosadas con ordenadores nuevos, construcción por doquier o una expansión hacia el progreso, hemos perdido lo esencial: El miedo a que todo esto desaparezca. Ahora estamos como Kurtz gritando: "¡El horror!"
Hemos perdido el miedo, el desasosiego, nos hemos acomodado con una seguridad ficticia, teníamos casa, trabajo y pareja. Era todo tan bonito...
Ahora tenemos una casa hipotecada, un trabajo equivalente a cinco millones de parados y lo de la pareja ya no se lleva. La gente no se soporta.
Y aún en este clima, con estas condiciones, hay gente que no cree que deba reclamar lo que es suyo, todavía hay gente que vive cómoda en su casa lejos del mundanal ruido, yendo a misa todos los domingos y con una diplomacia exquisita.
También los hay quien se queda en casa porque están harto de los políticos y tienen derecho a quejarse aunque no muevan un dedo. Doblemente idiotas.
Queremos cambiar las cosas pero no queremos hacerlo nosotros, queremos que otros las hagan por nosotros. Desde luego, el ser humano del 2011 es altamente despreciable.
Nunca juzgaré a nadie por sus convicciones, pero me gustaría pensar que detrás de todos los que leéis esto, hubiera un cerebro que piensa, unas piernas que se mueven y un corazón que actúa.
¿Existen todavía razones para creer en el ser humano?. Veremos...

Bloom-Withno

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