jueves, 27 de febrero de 2014

DIANA:        "¿Cómo, Teodoro, requiebran            
               los hombres a las mujeres?
TEODORO:       Como quien ama y quien ruega, 
               vistiendo de mil mentiras 
               una verdad, y ésa apenas.
DIANA:         Sí; pero ¿con qué palabras?    
TEODORO:       Extrañamente me aprieta 
               vuseñoría.  "Esos ojos, 
               le dije, esas niñas bellas,
               son luz con que ven los míos; 
               y los corales y perlas                            
               de esa boca celestial..."
DIANA:         ¿Celestial?
TEODORO:                   Cosas como éstas
               son la cartilla, señora,
               de quien ama y quien desea."
 
(Fragmento de la obra teatral"El Perro del Hortelano" de Felix Lope de Vega)

Tú eres en lo primero que pienso por las mañanas.
Tú eres todo aquello que me hace feliz.
Tú.
Sólo tú.
Me siento dichoso y completo al ver tu figura, pienso que no necesito nada más en el mundo.
Sólo a ti. Sólo tú.
Mi alegría es tan grande que mi corazón palpita cada vez que te veo.
Me hace feliz cada pensamiento, cada momento, cada sonrisa.
Te noto, te siento, te quiero. Eres toda para mí.
Porque tú haces que todo esto tenga sentido. Porque sin ti no hay yo.
Te veo pasar y algo dentro de mí  revoluciona y estalla.
Me dejo llevar por el influjo que irradias.
El embrujo que ejerce tu cuerpo al rozarse contra el mío provoca que la tierra deje de girar.
Busco entre tus manos encontrarme, fundirme contigo para ser uno.
Cada jadeo, cada respiración, cada sudor que resbala por tu piel me hace enloquecer.
Tus ojos me miran y me hipnotizan, leyendo mi alma.
Tu sonrisa, esa boca sensual que ordena al esclavo que hay en mí.
Enloquezco solo de pensar que no podrás ser mía, que nada de esto tendrá sentido.
Huelo tu pelo y juego con él, y nos amamos y queremos como si nadie más existiera.
Eres mía y yo soy tuyo.
Siempre tuyo y tú
Siempre mía.

Bloom-Withno

jueves, 13 de febrero de 2014

Plantando flores en mi jardín

Voy a plantar flores en mi jardín. Petunias, margaritas, rosas y puede que alguna otra orquídea. No tengo pensado plantar amapolas, pues mi jardín es un símbolo de vida.
Se trata, en definitiva, de cambiar ciertas pautas. Cuando algo te aturde, cambia tus rutinas, se trata de eso.
Pero no solo de eso, también de conocerte más y mejor y no dejar que los errores te nublen el entendimiento.Se trata de cambiar.
No puedes recostarte en tu silla y esperar que la vida se solucione sola. O que la vida la vivan otros.
Eh, no te compadezcas, mueve el culo.
También puedes hacer otra cosa, a todas luces peor vista, pero mucho más eficaz: Explotar.
No te guardes nada, saca lo que tengas, grita por la ventana, corre, vuela, llega hasta donde nunca has estado antes. Pero no pares.
Nunca. Nunca pares.
Cuando estés tan cansado que no puedas moverte, entonces estarás empezando a vivir.
Cuando todo empieza a tener sentido en tu cabeza, es cuestión de tiempo que florezca el equilibrio.
La vida que tejemos es una cuerda muy fina que se deshilacha a cada paso que damos. Pero eso es vivir, a fin de cuentas.
No llores, no gimotees, no te quedes en casa, nadie va a vivir tu vida.
¿Por qué sigues leyendo esto?

En el jardín de mi casa.

Bloom-Withno

viernes, 7 de febrero de 2014

No lo hagas

 "Por verme amado de ella por todo el día
mañana en perder la vida consentiría"

 (Letra Extraída de la canción "Coda Flamenca" de Extremoduro)

- No lo hagas.
- Pero...
- He dicho que no lo hagas. Por favor.
- No entiendo nada.
- Lo sabes perfectamente. Así que, por favor, no lo hagas.
- Si hubiera sabido que esto iba a suceder...
- Eso no lo sabía nadie más que tú. Y yo, yo también lo sabía.
- Y ahora, ¿qué?
- No lo sé, pero deja de hacer eso.
- No puedo evitarlo, me...
- Ni se te ocurra hacerlo, ¿me oyes? Ni se te ocurra hacer eso. No necesito tu compasión.
- Pero..
- No, te he dicho antes que no lo hagas. Me asquea todo esto.

Se quedaron en silencio. Así, uno junto al otro. Dos cuerpos juntos, dos mentes tan alejadas, dos corazones tan distantes.

- Lo siento mucho.
- Ya.
- En serio, yo...
- Ya sé que lo sientes, claro que lo sientes. Pero no quiero nada de esto. Solo quiero silencio.

Miraban a la distancia, sin decir nada.
- Me voy... Cuando quieras... si te apetece, ya sabes dónde estoy. Adiós

Permaneció mirando la lejanía mientras se alejaba. Se preguntaba cuándo dejaría de romperse, cuándo podría hilvanar de nuevo sus jirones. Se preguntaba sí, de una vez, aprendería.
Resolvió creer que sí, pues todo es creencia hasta que sea certeza.
Experimentó otra vez lo que prometió no experimentar la última vez que experimentó esta sensación.
Se levantó y empezó a andar. Daban igual la dirección.
Pensó en cómo proseguir a partir de ahora, hacia dónde debería dirigirse. Creyó, con una precisión quirúrgica por primera vez en lo que iba de tarde, que todo iría bien.
Cruzó el umbral de su casa. Miró por la ventana. Sonrió.
En su contestador un par de mensajes, uno de su madre, otro que hablaba de verse hoy, que tenían que hablar.
- No lo hagas otra vez, por aquí no.

Bajó al bar, se encontró con sus amigos. Su miradas decían que...

- No. Vosotros no. No lo hagáis. No me toméis por una persona débil. No, no me hagáis sentir débil.
- Pero...

Salió por la puerta como alma que lleva el diablo. Corrió hasta no poder más. Se sintió libre. Sonrió. Gritó. Cantó. Bailó.
Y murió.
Al día siguiente, otra persona ocupaba su cama. Su aspecto era el mismo, pero el alma. Su alma no.
Por fin comprendió eso que le pasa a la gente cuando pierde el suelo que tiene bajo sus pies. Y empezó a reír todo lo fuerte que pudo.
Celebró su muerte. Y por todo lo alto. Fue más fuerte, se sintió indestructible.
Todavía continúa siéndolo.

Bloom-Withno

jueves, 6 de febrero de 2014

¿Tienes Miedo?

Cerró la puerta como el que cierra una vida. La de sus días, la que le tocaba vivir. Quizá no fuera buena idea, pero ¿qué otra cosa podía hacer?
Se subió la cremallera de la chaqueta y puso sus manos en los bolsillos. Hacía frío y un viento jaleaba de un lado a otro de la calle pequeñas motas de agua.
Pensó en algo lúgubre, algo oscuro, grotesco y ausente de luz donde su alma dormía a veces. Pensó, erróneamente, que ahí se sentiría seguro. Alimentando su monstruo interior, cómo negarlo.
En realidad, él era un monstruo, uno de los peores, aquel que, sabiendo lo que es, no lo muestra. Aparecía como un tipo normal, incluso, por qué no decirlo, sugerente. Pero los ojos no mentían.
Sus ojos decían que detrás de ellos lo que había era un abismo sin pozo donde las almas no encontraban paz. No era un psicópata ni nada por el estilo, nunca un asesino sediento de sangre. Era peor.
Era un vórtice. Sí, eso era, la puerta central hacia un agujero negro que todo lo absorbe, un mal endémico, la muerte negra que se abre paso y aniquila todo lo que toca.
Pensó mientras la vida moría ante su paso cómo podía escapar de aquello. Como ver luz en una noche cerrada. Quizá ni eso le importaba.
Por suerte para él, mucha gente ignoraba tal estado.
Yo solía verle pasar sentado en mi banco preferido. Era inolvidable, su mero andar presagiaba los peores temores, cargado de energía que podía destruir varios mundos. Era poderoso y nunca lo supo. Nunca entendió que su debilidad era su fuerza. Pobre loco.
Cuando lo recuerdo, esbozo una sonrisa.
Cerré la puerta como si me fuera la vida. Fuera hace frío. Mejor será que nos subamos la cremallera de la chaqueta.

Bloom-Withno

domingo, 2 de febrero de 2014

Eres lo que creas

¿Sabes ese momento exacto en el que tu cabeza se evade de tu cuerpo y sientes que todo está en orden? No entiendes por qué, probablemente porque es uno de esos momentos únicos en los que, irremediablemente, te haces sabio. No lo sabes pero lo sabes. Es una sensación extraña, pues no es consciente, no piensas, solo sientes. Y probablemente sientes porque dentro de ti lo sientes. Y esa afección hacia tu persona es, paradójicamente, una revelación. Sientes mucho lo que sientes, pero al sentirlo, todo tiene sentido.
¿Por qué pasa esto? Porque sin duda, empiezas a creer. Te vuelves proteico. Tus brazos se ramifican, creces, reproduces y abarcas todo lo que eres. Puedes asir las estrellas porque tu eres todo y todo eres tú.
Y no sabes por qué. He ahí la paradoja.
Pero entiendes.
Entiendes que estás en el punto de partida de algo que tú mismo decidirás.
Eres lo que creas, si crees, pues esta vida es creencia propia. Creer en ti. Descreer. Obviar todo lo que te rodea para entenderlo mejor.
Es posible que esto pase cada mil años. O es posible que no te vuelva a pasar.
Eres lo que creas. ¿Crees?

Bloom-Withno