viernes, 7 de febrero de 2014

No lo hagas

 "Por verme amado de ella por todo el día
mañana en perder la vida consentiría"

 (Letra Extraída de la canción "Coda Flamenca" de Extremoduro)

- No lo hagas.
- Pero...
- He dicho que no lo hagas. Por favor.
- No entiendo nada.
- Lo sabes perfectamente. Así que, por favor, no lo hagas.
- Si hubiera sabido que esto iba a suceder...
- Eso no lo sabía nadie más que tú. Y yo, yo también lo sabía.
- Y ahora, ¿qué?
- No lo sé, pero deja de hacer eso.
- No puedo evitarlo, me...
- Ni se te ocurra hacerlo, ¿me oyes? Ni se te ocurra hacer eso. No necesito tu compasión.
- Pero..
- No, te he dicho antes que no lo hagas. Me asquea todo esto.

Se quedaron en silencio. Así, uno junto al otro. Dos cuerpos juntos, dos mentes tan alejadas, dos corazones tan distantes.

- Lo siento mucho.
- Ya.
- En serio, yo...
- Ya sé que lo sientes, claro que lo sientes. Pero no quiero nada de esto. Solo quiero silencio.

Miraban a la distancia, sin decir nada.
- Me voy... Cuando quieras... si te apetece, ya sabes dónde estoy. Adiós

Permaneció mirando la lejanía mientras se alejaba. Se preguntaba cuándo dejaría de romperse, cuándo podría hilvanar de nuevo sus jirones. Se preguntaba sí, de una vez, aprendería.
Resolvió creer que sí, pues todo es creencia hasta que sea certeza.
Experimentó otra vez lo que prometió no experimentar la última vez que experimentó esta sensación.
Se levantó y empezó a andar. Daban igual la dirección.
Pensó en cómo proseguir a partir de ahora, hacia dónde debería dirigirse. Creyó, con una precisión quirúrgica por primera vez en lo que iba de tarde, que todo iría bien.
Cruzó el umbral de su casa. Miró por la ventana. Sonrió.
En su contestador un par de mensajes, uno de su madre, otro que hablaba de verse hoy, que tenían que hablar.
- No lo hagas otra vez, por aquí no.

Bajó al bar, se encontró con sus amigos. Su miradas decían que...

- No. Vosotros no. No lo hagáis. No me toméis por una persona débil. No, no me hagáis sentir débil.
- Pero...

Salió por la puerta como alma que lleva el diablo. Corrió hasta no poder más. Se sintió libre. Sonrió. Gritó. Cantó. Bailó.
Y murió.
Al día siguiente, otra persona ocupaba su cama. Su aspecto era el mismo, pero el alma. Su alma no.
Por fin comprendió eso que le pasa a la gente cuando pierde el suelo que tiene bajo sus pies. Y empezó a reír todo lo fuerte que pudo.
Celebró su muerte. Y por todo lo alto. Fue más fuerte, se sintió indestructible.
Todavía continúa siéndolo.

Bloom-Withno

No hay comentarios: