jueves, 6 de febrero de 2014

¿Tienes Miedo?

Cerró la puerta como el que cierra una vida. La de sus días, la que le tocaba vivir. Quizá no fuera buena idea, pero ¿qué otra cosa podía hacer?
Se subió la cremallera de la chaqueta y puso sus manos en los bolsillos. Hacía frío y un viento jaleaba de un lado a otro de la calle pequeñas motas de agua.
Pensó en algo lúgubre, algo oscuro, grotesco y ausente de luz donde su alma dormía a veces. Pensó, erróneamente, que ahí se sentiría seguro. Alimentando su monstruo interior, cómo negarlo.
En realidad, él era un monstruo, uno de los peores, aquel que, sabiendo lo que es, no lo muestra. Aparecía como un tipo normal, incluso, por qué no decirlo, sugerente. Pero los ojos no mentían.
Sus ojos decían que detrás de ellos lo que había era un abismo sin pozo donde las almas no encontraban paz. No era un psicópata ni nada por el estilo, nunca un asesino sediento de sangre. Era peor.
Era un vórtice. Sí, eso era, la puerta central hacia un agujero negro que todo lo absorbe, un mal endémico, la muerte negra que se abre paso y aniquila todo lo que toca.
Pensó mientras la vida moría ante su paso cómo podía escapar de aquello. Como ver luz en una noche cerrada. Quizá ni eso le importaba.
Por suerte para él, mucha gente ignoraba tal estado.
Yo solía verle pasar sentado en mi banco preferido. Era inolvidable, su mero andar presagiaba los peores temores, cargado de energía que podía destruir varios mundos. Era poderoso y nunca lo supo. Nunca entendió que su debilidad era su fuerza. Pobre loco.
Cuando lo recuerdo, esbozo una sonrisa.
Cerré la puerta como si me fuera la vida. Fuera hace frío. Mejor será que nos subamos la cremallera de la chaqueta.

Bloom-Withno

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