viernes, 16 de septiembre de 2011

Respeto

Puedo conciliar el sueño. Puedo, perfectamente, recostarme en la cama y dejar que mi cuerpo entremezcle memorias, recuerdos y sueños en un mejunje inconexo. Sí, puedo dormir con la conciencia tranquila.
Pero el sueño no llega de repente. Antes de que aparezca Morfeo te dices a ti mismo: ¿Hay alguna duda que me asalta? ¿He hecho algo mal?
Vamos a ir más atrás. Cuando te miras al espejo. Cuando tus ojos miran tus ojos, cuando dejas de mirar fijamente y la imagen proyectada en el espejo se difumina y distorsiona por unos breves instantes, hasta que recobras el sentido y la concentración y examinas ese rostro que es el tuyo. ¿Hice bien?
Retrocedamos más todavía: A ese primer pensamiento del día, cuando tu cabeza, todavía noqueada por el sueño, elige su primer pensamiento. Ese primer pensamiento al que tienes que buscar respuesta.
Vas somnoliento hacia el baño, con Morfeo agarrado a tu grupa, con el espejo reflejando tu rostro. ¿Hice bien? ¿Fue la decisión correcta?
Entonces buscas en el fondo de tu alma, y la respuesta fluye sola.
Una sonrisa amanece en el rostro, un rostro decidido que refleja tu determinación.
Un largo camino comienza, y ante ti sólo existe una estela blanca y pura, como tu conciencia, como tu corazón puro que marca el camino.
Arriba los dioses te envidian.

Bloom-Withno