viernes, 31 de julio de 2009

I, robot (Yo, robot)


En el año 2035 los humanos conviven en paz y armonía con robots inteligentes que se ocupan de facilitarnos la vida. Uno de estos robots se verá implicado en la muerte del doctor Alfred Lanning. El detective Del Spooner queda a cargo de la investigación.


Destripando.

En el Chicago del año 2035, una ciudad avanzada y futurista en la cual conviven pacificamente los humanos y los robots, Sony (el nuevo modelo de robot NSR-5) se verá relacionado con la muerte del doctor Lanning, fundador de la Robótica y creador de las Tres Leyes. El teniente Spooner, a cargo de la investigación, verá los hechos que se muestran de otra forma distinta a como lo ven todos: no es un suicidio, es un asesinato.

Las películas de ciencia-ficción son una de las cosas que me llegan al corazón. Aún a sabiendas de que el film no pueda estar en alguna de vuestras estanterías, para mí siempre tienen un sabor especial. No sé si es por explorar la idea de la evolución de nuestra raza, por la puesta en escena, porque me sumerge en otro mundo distinto y me aleja de la mundana realidad... No sé. El caso es que esta película plantea esas mismas ideas que me gusta indagar.

La película propone varias lineas de pensamiento: la total dependencia del ser humano de las máquinas, la racionalización de la muerte, la perspectiva de un Apocalipsis, el control autoritario de forma racional. Todas estas ideas siempre son bien recibidas por el autor, ya os digo. Aunque se mezclen con tremendas escenas de acción, diálogos insustanciales y no lleguen a profundizarse en lo más mínimo.

En la primera parte de la película se puede ver la presentación (bastante corta) del mundo moderno en el que viven los protagonistas y la de los propios protagonistas. Son personajes bastante planos, no muestran mucho más allá de las emociones que les pide el guión. Pero puede justificarse en cuanto a la profundidad de la trama o el espacio que para desarrollarse requiera en el metraje. Y aún siendo esto último parte fundamental de toda la película, la trama se resuelve pasada la media hora, en cuanto al espectador se le muestran los cabos que tiene que atar. Y de las ideas antes mencionadas, nada de nada, claro.

Basicamente, el director no busca que pensemos mucho, que nos entretengamos en suposiciones varias, no. Nos da todo masticado y nos lo entrega para que lo veamos.

Una vez llegados a este punto, los protagonistas saltan, disparan, acribillan, se muerden, se queman, se golpean, corren, bajan escaleras, suben pisos, se deslizan, se sujetan, etc... Hasta llegar al desenlace feliz que toda película requiere, con algunas gotas de misticismo (Sony-Moisés).

La película se puede disfrutar en la ambientación, en el Chicago futurista, en los escenarios, en el vestuario, en los efectos especiales (los gestos robóticos del NSR-5 se agradecen), en las persecuciones y en las caídas. Esta cosas, a falta de un guión pujante y del nulo desarrollo de personajes e ideas, siempre son bien agradecidas para pasar el rato. Además, está Will Smith, el principe de Bel-Air, un actor siempre bien recibido por estos lares. Aunque aquí se note mucho la vena John McClane (Jungla de Cristal) y el poco esfuerzo que requiere su papel.

No me engaño, señores. La película es una buena película de sci-fi/acción, con la irreprochable puesta en escena de la primera y la nula profundidad que requiere la segunda.

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