jueves, 3 de febrero de 2011

Horca

Mi vejiga empezó a emitir las primeras señales de alarma. Mierda, me estaba meando. Acabé tan rápido como pude todo el papeleo y salí disparado hacia el primer baño que encontré. En plena carrera por no miccionar en mis propios calzoncillos (algo que no recuerdo hacer desde que era bien pequeño, es decir, antes de ayer), vi una puerta que indicaba los baños. Bien, tengo tiempo hasta de relajar el esfínter un poco. En la puerta había un incoloro cartel que rezaba: Señoras.
¡Mierda! ¡Que me meo! Def con dos. Me puse a pensar: Veamos, generalmente, los baños de mujeres y de hombres no están a una gran distancia, así que por aquí debe andar el de los hombres.
Olisqueando cada puerta como un perro huele una esquina o el culo de otro perro, así me dispuse yo por toda la planta. Estaba pálido y con unas ganas de mear terribles.
Al fin, a lo lejos, divisé la puerta del baño de los hombres y entré como alma que lleva el demonio.
En la primera puerta había una hoja pegada que ponía:"Averiado". Su puta madre...
Miré las otras dos puertas. Una estaba abierta. Me dispuse a entrar.
Al intentar introducirme en el habitáculo para echar la meada más grande a este lado de los vivos, mi mirada se encontró primero con unos zapatos, a unos palmos elevados del suelo, seguidos por unas piernas que continuaban en un cuerpo, acabando con una cabeza de un tono azulado con una cuerda rodeando el cuello rosado.
Mierda, volvi a pensar. Me sigo meando.
Decidí dar un portazo a la otra puerta que me quedaba, descubrí que estaba vacía, y me dispuse a vaciar mi vejiga tranquilamente, disfrutando poco a poco de ese placer que es el de evacuar cuando el depósito está lleno.
No recuerdo el tiempo que pasé ahí, con las dos manos apoyadas en la pared de enfrente, con dolor en la pelotas y una sensación de ligereza en mi vientre. Pudieron ser horas.
Una vez terminado, me dirigí al lavabo, me lavé las manos, y salí por la puerta. Mi cabeza me recordaba que me había olvidado de algo importante, pero no lograba saber de qué se trataba. Seguí caminando mientras pensaba en ello.
Al llegar a la puerta recordé. El baño. Oí un chillido detrás de mí y noté como todo el mundo se quedaba quieto y el tiempo se paraba.
Recordé lo que pasaba. Abrí la puerta, bajé los escalones. Fuera hacía buen tiempo.

Bloom-Withno

No hay comentarios: