martes, 1 de mayo de 2012

Cónclave

Todos los asistentes ocuparon su sitio entorno a la gran mesa de roble que ocupaba el centro de la habitación. Una gran sala sin ventanas, algunas luces a los lados y una alfombra que cubría el suelo. No eran muchos, pero sí los suficientes. Los importantes.
Todos menos uno. Faltaba una persona en su silla. El anfitrión. Hizo esperar a sus comensales durante un par de minutos hasta que, cerciorándose de que todos habían tomado asiento y estaban expectantes, hizo su entrada.
Ella tomó asiento. Cara de no haber roto un plato pero los ojos le delataban. Estaba ansiosa de poder. Los otros le miraban como un perro a su amo, pero al mismo tiempo como si fuera un hueso. Nada se podía dar por seguro en esa habitación. Y es que no era nada fácil ostentar el poder dentro de una manada de lobos.
- Señores, comencemos -dijo ella mirando a los asistentes-. ¿Alguna novedad de primer orden?
-No, señora Presidenta, dijo un hombre a su derecha. Todo sigue igual. Seguimos instaurando el miedo en los mercados para seguir acumulando dinero. Los países con deudas están asfixiados. Todo marcha según lo esperado.
-Bien, dijo ella con cara de satisfacción. ¿Cómo llevamos el tema de las armas? ¿Siria, África?
- No hay de qué preocuparse, señora Presidenta -dijo otro que estaba un poco más al fondo-, los recursos siguen abasteciendo a todos. Hemos dado munición a los rebeldes por si ganan y al Gobierno de cada país en guerra para asegurarnos que todo seguirá igual.
- Los representantes de las Agencias, ¿cómo están las deudas?
- Todo va como la seda, señora Presidenta, dijo un hombre a su izquierda. Seguimos acosando a todo país que debía dinero a la Corporación, gracias a la diligencia del Presidente del FMI aquí presente y a la Tesosería estadounidense. Seguimos agobiando a los pobres y acumulamos poder cada hora.
-Bien, bien -dijo ella recostándose en su silla-. ¿Cómo va el tema de las condonaciones?
Todos le miraron estupefactos.
-Era broma, dijo ella. Todos se echaron a reír.
- Señora Presidenta, aquí están las previsiones para el año que viene. Seguramente cambien un par de Gobiernos en Europa, pero no hay de qué preocuparse. Los muy ingenuos harán todo lo que usted diga.
- Perfecto -dijo ella mientras se levantaba-. Todos se levantaron a la vez.
- Señores, auguro un buen año para nosotros. Un año de devastación del capital, de crisis largas y duraderas que nos harán ricos por muchos años, que nos permitirá dominar el Mundo como llevamos haciendo varios años. No habrá nadie que ose quitarnos nuestro poder. Seremos eternos.
Y desfilando por un pasillo mientras se oía música de las Valkirias, ellá abandonó el cónclave.

Bloom-Withno

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