lunes, 1 de noviembre de 2010

La Literatura de los Hechos

De entre los distintos géneros (y engendros) literarios, la novela ha sido el ejemplo perfecto para dar rienda suelta a la imaginación, a la deformación y elasticidad del lenguaje. Por eso se va a hablar de todo lo contrario: De los libros en los que "pasan cosas".
Lo de contar historias viene de lejos, no se buscaba un estilismo o una belleza formal: Todo consistía en relatar, de manera fidedigna o exagerada una hazaña, una lucha, una epopeya. Así descubrimos a Homero, a Virgilio y demás escritores de la antigüedad, contadores de historias.
A nuestros días eso fue llegando gracias a la tradición oral, juglares que exaltaban los valores del héroe y su capacidad de sacrificio.
Pero debemos hacer una primera parada de manera obligatoria.
Aparece "El Quijote". Siempre se ha dicho que en una época llena de novelas de caballerías, "El Quijote" acabó con ellas, siendo ésta, entre otras muchas cosas, en esencia una novela de caballerías (quien no vea eso, que se lo haga mirar, o leer "El Quijote"), con un caballero algo tocado de cabeza.
Es decir, seguíamos hablando de historias, de contar cosas, aunque el panorama había cambiado gracias a la prosa cervantina.
Se siguieron contando aventuras y desventuras de reyes, amantes, suicidos, odios y demás temática siempre engarzada con relatos bellos, o crueles según se diera el caso, hasta llegar al siglo XX.
Aquí tenemos que parar y echar el freno. Aparece el "Estilo por el estilo". Las vanguardias se apoderan de la escena, no sólo vale contar si no cómo contarlo, ahí radica su belleza. La forma como mensaje, como algo que lo hace reconocible y distinto, alejado de aquella sucesión de historias unas tras otras. Por supuesto que se cuenta algo, pero es secundario. La acción se va desvaneciendo.
Atrás quedan las épocas de Galdós o Quevedo, el mundo se enfrenta a una revolución.
Qué contar, qué narrar, carece de importancia. ¿La acción? ¿eso qué es?
En un corto periódo de tiempo, escritores como Faulkner, Kafka, Proust o Joyce rasgan las vestiduras ancestrales de la Literatura sabiéndose poseedores de algo nuevo, un estilismo absolutamente radical. La acción ha muerto.
Posteriormente, genios como Borges, Beckett o Céline le dan otra vuelta de tuerca al estilo, deformándolo más, hasta llegar al boom latinoamericano con García Márquez a la cabeza.
Llegamos a nuestros días. Como todo es ciclotímico, volvemos a la Literatura de los Hechos.
Ya nadie se preocupa por el estilo, por preservar una identidad. Ahora lo que importa es contar historias en primer y único lugar.
¿Dónde queda el estilo? ¿Existe algún estilo hoy en día? ¿Qué es el estilo?

Desde mi prisión de libros amurallados que recitan historias monolíticas

Bloom-Withno

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